Hablar de conflicto conlleva inevitablemente poner sobre la mesa intereses personales propios y ajenos, supone tener en cuenta aquello que controlamos (o creemos controlar), nuestra mente, nuestras creencias; supone también valorar aquello que sentimos y que puede hacernos conectar con nosotras mismas y con las demás y, supone tener en cuenta qué recursos personales ponemos en juego para defendernos, evitarlo o ignorarlo (huida, agresión, invisibilidad, etc.).
AINSSSSS … SI SE ME HUBIERA OCURRIDO ANTES