MARTES DE EMOCIONES. La tristeza de Stela.

Un recurso más para cuando estamos tristes.

Hoy es un día lluvioso.

Como cada día lluvioso, Stela, sin saber por qué, se ha vuelto a poner triste.

Ha intentado buscar en lo más profundo de su corazón y nada. Mientras más mira e intenta recordar algún lugar, un momento, alguna persona… más se remueve todo y, lejos de mejorar, su tristeza aumenta.

Ha luchado con todas sus fuerzas contra la tristeza, pero a medida que lo hace, siente cómo ésta se hace más y más grande.

Esta tarde, su abuela ha venido a visitarla. Al escuchar su voz, corrió a su habitación… no quería ponerla triste y menos aún que viera que ella lo estaba –pensará que soy una tonta, no tengo motivos– se decía.

Pero, las abuelas ya han vivido mucho y especialmente la abuela Mati que, con sus ochenta y muchos años había estado muchas veces triste. Sin dudarlo, buscó a Stela hasta encontrarla. Allí estaba acurrucada en un rincón de su habitación.

Sus grandes ojos oscuros brillaban, con ese tono vidrioso que Mati había visto muchas veces. Sin decir nada la acurrucó con la mirada mientras se acercaba a ella, invitándola con sus brazos abiertos para que se acercara.

Lenta, Stela tocó primero la mano derecha de su abuela que, al contacto, se estremeció y con algo de torpeza, se dirigió hacia la cama y se sentó. En silencio, Stela se sentó a su lado y poco a poco fue deslizándose en su pecho hasta que su abuela pudo acurrucarla y, sin prisa, comenzó a acunarla.

Pasarón minutos, quizá media hora hasta que de los labios de la abuela Mati comenzaron a salir unas pocas palabras “la tristeza, como la alegría, necesita que la miremos” y así, en un suave hilo de voz y sin dejar de acunarla, comenzó a cantar una melodía…

Poema: Federico García Lorca. Adaptación musical: Paco Ibáñez. Ilustraciones: Rafa Simón

El lagarto está llorando.

La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer

El lagarto y la lagarta

Han perdido sin querer

Su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo, ay, su anillito plomado!

¡Ay! ¡Ay! ¡Miradlos qué viejos son!

El lagarto y la lagarta ¡Miradlos qué viejos son!

¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay cómo lloran y lloran!

 ¡Cómo lloran los lagartos!

¡Ay cómo lloran y lloran!

 ¡ay! ¡ay!, cómo están llorando!

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