Leía hace días un artículo de María Granizo en el diario.es sobre Serigne Mbaye: “un negro en una Asamblea de blancos” (https://www.msn.com/es-es/noticias/internacional/serigne-mbaye-un-negro-en-una-asamblea-de-blancos/ar-AALIIw6?ocid=winp1taskbar) y cuando me enfrentaba al momento que más me gusta (la hoja en blanco) no podía pensar en otra cosa “el cambio pasa por la educación” que diría Unamuno; Serigne repite esta frase cada vez que tiene oportunidad y para mí, ha sido y es el motor que me lleva a crear este espacio, mi blog (https://evacarballar.com/blog/).
Y es que España sigue siendo, en muchos aspectos, un “país de pandereta” como diría Machado. Parece como si siempre estuviéramos intentando sentirnos bien, caer bien a las demás personas, hacer como que lo diferente es fantástico y todo lo que suponga “vivir bien” es parte de nosotras; sin embargo, la realidad dicta mucho de lo que predicamos y, culturalmente, tradicionalmente hemos aprendido (introyectado) que lo que viene de fuera tiene la CULPA de todos nuestros males, es una amenaza a nuestro día a día y de ahí que la tendencia sea la evitación, el rechazo o, en su caso, la lucha.
Y la LUCHA puede ser de muchas maneras. Podemos luchar izando banderas, podemos hacerlo peleando con todo aquello que sentimos amenazante, podemos mal utilizar las redes para crear aún más odio o podemos quizás EDUCAR en el RESPETO, la DIVERSIDAD, la COMPASIÓN y el AMOR.
¿Hemos olvidado nuestro pasado?… ciertamente me encantaría pensar que no y la realidad me impone, una y otra vez, lo contrario.
Ser diferente en este país no es fácil. Trabajo con personas de todos los colores, de orígenes diferentes, de realidades desconocidas; mi propia familia es una familia de colores y creedme, no es fácil mantener la esperanza en un mundo mejor cuando tu día a día está lleno de pequeñas experiencias que pasan desapercibidas a los ojos de la mayoría.
He vivido, hemos vivido de todo. Allá por 1998 cuando comencé mi relación de pareja no era común ver parejas mixtas o interculturales, menos aún entenderlas. Que no nos quisieran atender en un bar, que sí o sí te retengan la documentación al pasar por un control, que te pregunten dónde estudiaste o si en tu “tribu” hay casas de verdad, que te insulten o soportar las miradas despectivas del vecino… el día que no escupía cuando pasábamos, no fue fácil y, como digo, “el cambio pasa por la educación”.
Tener presente quiénes somos, qué deseamos y un proyecto firme es básico para no caer en la trampa de responder al ataque desde el mismo lugar, sino hacerlo con plena conciencia de lo que realmente deseas; a veces será posible en el momento, otras será una carrera fondo. Todo un reto de vida.
– X: “No sé qué haces aquí, lo que tienes que hacer es irte a tu país”.
– Y: “Este es mi país X, gracias”.
– X: “¿Y entonces por qué tu papá es negro?, es mentira, tú no eres de aquí”
Por desgracia, esta conversación sigue siendo más habitual de lo que creemos y, sin lugar a dudas, es cuestión de educación. Los niños, las niñas no nacen siendo racistas o intolerantes, ponen el acento en lo que sus referentes acentúan, rechazan o toleran lo que sus cuidadores rechazan o toleran.
– N: “Mamá es genial a mi clase ha llegado un niño nuevo, se llama Hussein”.
– M: “¿y qué tal es?”
– N: “Ha sido su primer día, a mí me ha parecido simpático y divertido. Le encanta jugar al pilla pilla”
Llegar a un país de blancos siendo negro o construir una familia de colores no es fácil, navegas continuamente por un sinfín de posibles malentendidos que, de no explicitarse, puede acabar en naufragio.
Y no siendo sencillo sí es muy, pero que muy, enriquecedor. Cuando partes de la diferencia, cada paso es repensado, hablado, negociado, argumentado; nada se da por hecho y nada es así porque sí. La diferencia cultural, religiosa, los diferentes patrones de socialización, el concepto mismo de amor o de familia y por supuesto, la crianza.
La crianza se vuelve ilusionante y llena de retos cuando se unen dos universos repletos de oportunidades. Mucho antes de plantearla comienzan las indagaciones. Te acercas, te alejas, lees, discutes, vuelves a acercarte, te ríes, te parece imposible llegar a acuerdos, vuelves a acercarte y, casi sin darte cuenta, en todo este proceso de idas y venidas, de bromas y planteamientos muy serios, de mirar profundo y también por encima, comienzas a ver un pequeño sendero lleno de posibilidades, infinitas.
La flexibilidad, la comunicación asertiva, la reflexión, los eternos debates y sobre todo el RESPETO, se convierten en tus mayores aliados. Desde decidir un nombre, hasta tomar decisiones sobre religión o tradiciones, todo provoca un torbellino de ideas y posibilidades. No descartar ninguna, estar abierta a todas y aprender a sumar es la clave.
Partir de percepciones tan diferentes y aprender a sumar logra, sin duda, una mayor amplitud de miras. El mundo se vuelve grande, diverso, rico en formas, colores, idiomas, tradiciones y sensaciones. Las conexiones cerebrales se amplían y los chicos, las chicas, crecen en altura a la vez que en creatividad y tolerancia.
Claro que visto así, todo son ventajas, pero no nos olvidemos: lo diferente, no siempre es bienvenido y las “familias de colores” tenemos que poner todo nuestro empeño en contrarrestar lo que, tarde o temprano, en mayor o menor medida, llega: el rechazo. Es lamentable y existe.
Ahí es donde la frase “el cambio pasa por la educación” cobra más sentido. Que alguien me rechace no tiene por qué conllevar que yo me sienta rechazada. Me explico. Puedo sentir que a alguien no le gusto y, no solo, puedo vivir con ello sino que me entristezco por él o por ella que no es capaz de ver la riqueza que nos rodea a la vez que continuo mi proyecto: EDUCAR.
Vivir con dos o más culturas y tomar lo mejor de ellas es una oportunidad de oro. Si analizáramos nuestro ADN nos daríamos cuenta de nuestras propias mezclas. Seguramente ya habréis visto el vídeo “El viaje del ADN”, por si aun no tuvisteis la oportunidad os lo dejo por aquí https://www.youtube.com/watch?v=kx4KRCYOizI quizás podamos romper algunos mitos.
Como mi familia y como miles de personas, Serigne Mbaye continúa su camino educando para promover un cambio imprescindible y aunque le costó convertirse en una cara pública, lo hizo
«Me decidí porque llevar el activismo a las instituciones es lo que se requiere. Defender la igualdad, los servicios públicos y una vida digna para todos sin distinción. No creo en las categorías de personas. Clasificarlas es una trampa. Lucho y soy feliz haciéndolo porque me educaron para ayudar y apoyar a las personas sobre las que se ejercen injusticias. Para que se entienda que nadie quiere ni tiene que verse obligado a viajar en patera. Morir ahogado es atroz.»
Y así, Serigne, sigue su proyecto: EDUCAR.
Siempre tuve gran curiosidad por lo diferente, por lo que no encontraba en mi entorno. Ser capaz de reconocer-me ahora y continuar soñando con que otro mundo es posible es un magnifico reto para continuar el viaje.
Cree una vida de muchos colores y seguiré intentando colorear el mundo
* Artículo respetuoso con la diversidad. Intento utilizar lenguaje inclusivo y no sexista siempre que me es posible. He decidido minimizar los desdoblamientos y el uso de x, @, / para facilitar su lectura.