Los días “raros” llegan cuando menos te lo esperas. Son estos días a los que solemos llamar “malos” sin que en realidad podamos darle demasiado sentido a ese mal.
Me he preguntado muchas veces por qué Pedro Pastor escribiría esta canción “Día Raro”.
Cuando me enfrentaba a la página en blanco (momento que me encanta) para mis Jueves de música, de pronto sonaba en mi Spotify esta canción.
Tremenda luz, magia, que digo yo; estaba en uno de esos días en los que ponerle palabras a lo que te ocurre a lo que sientes es complicado y ahí estaba Pedro para ayudarme. Sin duda la música es en canal maravilloso para ayudarnos a transitar los “atascos” emocionales.
Un día raro
Hoy tengo un día raro
No pasa nada por tener un día raro
Hoy he dudado
Todo el día, hoy he dudado
No pasa nada por tener un día raro
“No pasa nada por tener un día raro” ¿en serio?… y ahí empieza el come coco
– ¿cómo voy a estar así si yo soy una persona fuerte?,
– mis hijos no pueden verme triste o desganada o cansada,
– uf, así no puedo rendir nada, tengo que alegrarme, si en realidad no me pasa nada…
y así, hasta el infinito.
Y de pronto ME DOY CUENTA que llevo días sin mirarme, días en automático, en una desconexión bestial, de casa al trabajo y del trabajo a casa, comidas, compras, colada, charlita rápida con la familia («que no tengo tiempo«) y vuelta a empezar, días, semanas. De pronto llega este mágico día raro. Sin decir nada me paro, me miro y me descubro. ¡Bingo, tengo la clave!.
Si asumo el error
Aprendo del error
Si aprecio el error
Y trato de arreglar el error
Es lo que yo he denominado el AUTOCHANTAJE EMOCIONAL. Un modo sutil que de manera consciente o inconsciente nos presiona para que hagamos las cosas de determinada manera y así no traicionarnos y seguir siendo esa MUJER-MADRE-COMPAÑERA EXTRAORDINARIA que esta sociedad nos vende a diario (hace poquito escribía un post sobre esto). Tremendo ¿no?.
Es la búsqueda continua de la “perfección” en la que , por supuesto, no cabe el decaimiento, la tristeza o el deseo de soledad. Solo cuando podemos darnos cuenta del error y nos convencemos que, para empezar la perfección no existe y para terminar sería tremendamente aburrida, cuando puedes acurrucarte y acariciarte mientras muestras compasión por ti misma (que no lástima, ni pena), cuando miras a los ojos a la tristeza y le abres la puerta… solo entonces, lo sabes: NO ES TAN MALO TENER UN DÍA RARO.
No fue tan malo tener
Un día malo
Hoy tengo un día malo
No pasa nada por tener un día malo
Hoy he llorado
Todo el día, hoy he llorado
No pasa nada por tener un día malo
Si abrazo el dolor
Aprendo del dolor
Si aprecio este dolor
Y trato de entender mi dolor
Claro que si no hubiera tenido este día quizás ni siquiera me hubiera percatado. El cuerpo es sabio y cuando tú no paras, el dice basta. Te da la oportunidad para que de nuevo tomes las riendas, la REGULACIÓN EMOCIONAL comienza (no puede hacerlo sin ti, tienes que estar atenta).
Es importante RESPIRAR, no de manera instintiva y automática (para eso nuestro cuerpo no nos necesita) sino REEEESSSSPIRAR. Hacer pequeños ejercicios en los que sientas tu respiración, seas tu respiración. Por ejemplo, puedes poner una mano sobre el abdomen y la otra en el centro de tu pecho y respirar de forma pausada, profunda y consciente hasta sentir que es tu abdomen el que se levanta y no tu pecho; cuando ocurre podrás relajarte con mayor facilidad.
O, aunque suene banal, puedes AUTOAFIRMARTE, auto-acompañarte con mensajes que solemos dar a las demás y que raramente nos permitimos: “está bien así, puedo permitirme descansar, si estoy bien ellos estarán bien, estoy tranquila” y todo lo que se te ocurra que sea realmente bueno para ti.
Fue más que bueno tener
El día bueno
Ya tengo el día bueno
Lo has entendido y ahora el día es bueno
Después de haber dudado
Y todo el día haber llorado
Lo has entendido y ahora el día es bueno
Pues supe del dolor
Y supe del error
Y supe superarlos
Tirando de la cuerda del amor
Cuando entendemos que los días raros son necesarios y que es inevitable el dolor (que no el sufrimiento) podemos relajarnos y desde ahí incluso conseguimos ponerle palabras, liberar miedos y quitar peso en nuestras alforjas.
Preciso fue tener un día
Precioso
El día fue precioso
Me he venido arriba y me muero de gozo
Eso que era un día raro
Incluso un día malo
Pero le puse palabras al sollozo
Y brotó el sol aquí dentro
Se encendió una bombillita
La del entendimiento
Porque como bien dice Pedro, somos una “montaña de emociones” y claro, cuando todas se arremolinan es complicado poder ver con claridad y aprender, una y otra vez, aprender; porque cuando aprendemos HA MERECIDO LA PENA.
Qué provechoso fue tener un día
Malo y raro, raro y malo
De pronto bueno
De la montaña de emociones
En la que me encuentro
No saco nada en claro
Pero aprendo a cada rato
Del dolor y del error
De estar remando
Estar amando
En la misma dirección
La del aprendizaje
La de la vida en viaje
La del afecto como único lenguaje
La misma dirección que el viento
La de escuchar por dentro
La de saberse frágil y poderosa al mismo tiempo
Por suerte la vida no es estática y el viaje continua. Cada cual tiene el suyo, cada cual le pone las palabras que siente, que necesita o que le apetece. Lo importante es continuar aprendiendo del error, abrazando la imperfección, abriendo los brazos a los abrazos y mientras tanto…
no olvidarnos que somos fuertes y también somos débiles, que somos grandes y también pequeñas, que sabemos reír y llorar, que podemos ser felices sin tener que estar continuamente alegres, que la felicidad no está reñida con el dolor y que, en las pequeñas cosas podemos encontrar enormes bondades.
Sigue doliendo, sigo aprendiendo de eso
Sigo tornando en verso la búsqueda del beso
Sigo siendo imperfecto y quisiera seguir siéndolo
La dirección del agua
La de llorar la rabia
La de no dejar encallada a la verdad
La de no callar
La de desgarrarse el alma
La de compartir lo hermoso y también lo que está mal
Equilibrando, sigo sanando el llanto con canto
Sigo entendiendo paso a paso el cuento
Sigo bebiendo el vaso de la pena
Sin dejar que el sufrimiento clave su bandera
Sin dejar que adentro muera la felicidad
Decidir VIVIR con lo que nos traigan los días, esa es la clave.