
Apabullada, frustrada, triste, enfadada y sobre todo sorprendida por la frialdad y la distancia con la que -tengo la sensación- cada día más, escuchamos, vemos o leemos noticias relacionadas con la sexualidad, con las relaciones adolescentes, con la violencia sexual, sin tomar cartas en el asunto.
Hace un tiempo, paseaba con mi compañero de vida y sinceramente, nos quedamos sin palabras al pasar por un grupo de adolescentes que tarareaban eufóricos una canción. Aún me pregunto por qué no fui capaz de parar y comentarles, preguntarle al respecto, entablar, aunque hubiera sido unas cuantas palabras, correr el riesgo de que me mandasen al carajo. La busqué al llegar a casa. La canción, de Justin Quiles (que nunca antes había escuchado), decía algo así como “estoy solo desde septiembre. Pero no tan solo, tengo mi pistola siempre. Que no tiene novio, es claro que me miente. Me gusta porque no me cela y es pura candela. Le gustan las movies de los mafiosos. No se va fácil, un culito prestigioso. Las envidiosas les tienen odio. Hay funeral en mi dormitorio”.
Está claro que no podemos conocer todo lo que escuchan nuestros hijos e hijas y quizás, lo que sí está en nosotr@s es pensar y hablar con ell@s sobre los mensajes que trasmiten las letras e incluso las imágenes de los vídeos que las acompañan. Si lo hacemos quizás, en algún momento, puedan reflexionar sin nosotr@s, ¿no creéis?. La curiosidad, nos ofrece esa posibilidad; preguntas cómo qué música estás escuchando, de qué habla, qué significa para ti… pueden ser un buen comienzo.
Padres, madres, cuidadores y cuidadoras, profesorado, profesionales de ayuda, podemos hacer mucho al respecto. No hablo de leyes, educación formal o publicidad… que también, sino de ser capaz de reaccionar en el día a día, de no decir eso de “vaya música que escuchan” y no hacer nada, de no sonrojarnos al hablar de sexualidad o tener miedo a hablar de violencia y, sobre todo, de no evitar estas cuestiones.
Para que nuestr@s chic@s tomen buenas decisiones sobre su sexualidad y sus relaciones, para prevenir abuso y violencia, para caminar hacia un mundo más sano, más amable… hablar de sexualidad es imprescindible. Cuando en casa omitimos la educación afectivo sexual, el autoaprendizaje grupal, muchas veces distorsionado, y la pornografía serán los principales maestros para nuestr@s chic@s.
¿Y si vemos algunas razones por las que la educación sexual es importante?🤔
La inseguridad de Marta👩🏽❤️💋👩🏽👩🏽❤️💋👨🏼👩🏽❤️💋👨🏻
Marta es la tercera hija de una familia tradicional, en casa hablar de sexo o incluso de relaciones afectivas le es difícil. Con 15 años tiene verdaderas dudas acerca de su identidad sexual, sin embargo, nunca ha podido hablar de ello. El simple hecho de pensarlo le produce miedo e inseguridad. Recuerda un comentario de su padre en el que criticaba un anuncio en el que dos chicos se abrazaban. ¿Cómo puede afectar este hecho a Marta en su desarrollo?, ¿no sería todo más fácil para ella si pudiera compartir sus dudas, sus inquietudes, sus deseos?, ¿y, si los comparte, estamos preparad@s para según qué cosas?
Tener una actitud positiva hacia la diversidad sexual favorece la igualdad y la inclusión social. Si conseguimos que en casa el clima sea suficientemente confiable y seguro, nuestr@s chic@s, podrán contar con nosotr@s y, sin lugar a dudas, les será más sencillo ir tomando SUS propias decisiones.
La violencia sexual, de víctima a culpable😔
Cuando Ana sufrió abuso sexual por parte de su vecino, toda la familia le recriminó que no hubiera sido capaz de evitarlo. En las primeras semanas fue culpabilizada, lo que según ella “dolía más que el propio abuso”. Lo que nadie mencionó (y tampoco vinculó) entonces es que Ana había aprendido desde bien pequeña que “cuando alguien viene hay que saludarle con un beso y si es la otra persona la que te lo da, es de mal educada rechazarlo”. Ana no fue capaz de discriminar y no se sintió capaz de decir NO a su vecino, tuvo miedo a los chantajes, a las consecuencias, al qué dirán y a, siendo la víctima, convertirse en foco de todas las miradas, tuvo miedo al rechazo, al etiquetado.
Para que nuestros hijos e hijas puedan identificar y evitar el abuso hemos de enseñarles a identificar conductas adultas, a diferenciar entre una muestra de cariño y una con connotaciones sexuales; no debemos obligarles a besar a personas que no les apetezca o a compartir algo que no quieren compartir; tienen que aprender cómo es su cuerpo y lo que les gusta y no les gusta, a respetar-se y hacerse respetar; si pudiéramos escuchar (con mayúsculas) y tenerles en cuenta cuando en la infancia dicen no, si pudiéramos escuchar sus buenos motivos, posiblemente las dificultades serían menos a partir de la adolescencia.
No nos olvidemos que la educación afectivo sexual es una parte más de la educación, de la crianza, y comienza con el nacimiento (e incluso antes).
El caso de Michael🧎🏽♂️
Michael ha sido padre, solo tiene 17 años y su pareja 15. Sus familias están enfrentadas desde el embarazo y mientras se peleaban entre ellas el bebé llegó al mundo. Ambos adolescentes están “bloqueados”, al menos Michael ha conseguido pedir ayuda a través del IES.
Poder educar en casa en torno a la sexualidad, la afectividad y los vínculos no es baladí. Es muy generalizado que las familias carguen las conversaciones sobre sexualidad de peligros, de miedos de “cuidado que te quedas embarazada”, “verás como pilles algo” y, lo más triste, es que son conversaciones que se suelen dar mayoritariamente en familias con chicas. ¿De verdad?, ¿y los chicos?; a los chicos los mensajes que les llegan son diferentes, algo así como “disfruta que eres joven”, “tienes toda la vida por delante”, como si la chica no lo fuera, como si ella no tuviera toda la vida por delante. Lo peor es que ni siquiera en estos casos los argumentos son suficientemente coherentes, comprensibles, reales.
No nos equivoquemos, son adolescentes, no tontos. El sexo es divertido, agradable y saludable, pero esto nos lo solemos callar. Pudiera parecer que si lo decimos estamos aleccionando para que comiencen a mantener relaciones sexuales cuanto antes y, lo siento, pero estamos equivocad@s. Nada más lejos de la realidad, el conocimiento da la posibilidad de repensar, reflexionar, tomar decisiones; en cambio, el desconocimiento es imprudentemente atrevido. Hablar de placer abre la puerta para hablar de responsabilidad, de protección o de autocuidado, entre otras muchas cosas.
Si soy capaz de ofrecer una educación integral en sexualidad estoy dotando de herramientas, de habilidades, de conocimiento; estoy ofreciendo un peso importante a los afectos, a los vínculos, a la autoestima y claro que sí, también a los riesgos, a la prevención y, por supuesto al placer.
Educar contra corriente, una tarea necesaria👣
Martín está preocupado por las conductas de alguno de sus amigos hacia las chicas. Desde hace un tiempo no se siente a gusto con ellos y con los comentarios que hacen hacia las chicas, se meten con él “porque aún no he salido ni me enrollé con ninguna”. Le recriminan que no quiera tener sexo por el momento y le insultan. Esta circunstancia le está provocando un distanciamiento social importante, no sabe qué hacer y a la vez tiene claro que no se siente cómodo en su grupo y que lo que hacen no está bien.
No seré yo quien diga que no hemos avanzado en este asunto, no obstante, aún queda bastante por hacer porque muchas de las actitudes y comportamientos de los y las adolescentes continúan cargando con grandes estereotipos sexistas y macerando así la violencia. No, no es nada fácil eliminarlo, se necesita tiempo y constancia; sobre todo se necesita verlo previamente. Una gran parte de nosotr@s continuamos, consciente o inconscientemente, cargando con ellos.
Martín no es único, ha tenido una crianza donde la educación sexual ha estado presente, ha tenido la posibilidad de aprender sobre sus emociones, de regularlas y tener nociones claras sobre lo que quiere y le hace sentir bien y lo que no, no sabría decir si aún forma parte de la minoría, pero lo que si tengo claro es que, en situaciones como esta, necesita apoyo.
Vivimos en un mundo donde identificar la violencia de género con todas estas actitudes aun nos cuesta (dicho así parece fuerte, pero es la realidad). Colegios, institutos, televisión, redes sociales, etc., etc. están repletos de ejemplos. Ser capaces de orientar sobre cómo hacer en estos casos, acompañar, educar en los buenos tratos desde la familia y desde la escuela, tener en cuenta este «sexismo benévolo» que parece no agredir pero que puede ser la puerta de entrada a la violencia de género, es también nuestra responsabilidad.
Os dejo por aquí algunas referencias bibliográficas de la colección «Menstruita» que pueden ser útiles para que chicas y chicos conozcan su cuerpo de manera sana, aprendan a prevenir problemas o dificultades y puedan acercarse y conocer lo necesario sobre el despertar de la sexualidad:
- Salvia A. y Torrón C. (2020). LA REGLA MOLA si sabes cómo funciona.
- Salvia A. y Torrón C. (2021). TU CUERPO MOLA aprende a descubrirlo.
- Salvia A. y Torrón C. (2022). EL SEMEN MOLA pero necesitas saber cómo funciona.
Y como digo líneas más arriba, reitero:
Si no nos ocupamos nosotr@s, el autoaprendizaje grupal, muchas veces distorsionado, y la pornografía (a la que cada vez acceden antes) harán su propio trabajo.
La educación afectivo sexual es responsabilidad de tod@s💜
🤔Artículo de reflexión, basado en experiencias reales.
😉Artículo respetuoso con la diversidad. Intento utilizar lenguaje inclusivo y no sexista siempre que me es posible. He decidido minimizar los desdoblamientos y el uso de x, @, / para facilitar su lectura.