Un recurso para padres, madres y personas cuidadoras

El día de Reyes es un día mágico para la mayoría de nuestros peques y para muchas personas no tan peques. Los nervios, la emoción, la tensión de la magia, el exceso de estímulos o, en algunos casos, la frustración por no encontrar entre los paquetes aquello que esperaban puede causar algún que otro contratiempo. Estar atenta y ser capaz de manejar la situación de manera competente es el primer paso. Quizás este recurso pueda darte algunas pistas.
Y claro, no tiene que ser un día especial; muchas familias me preguntan de mil maneras qué hacer con el “comportamiento de sus hijos e hijas” y mi respuesta suele ser reflexiva “¿se ha parado a pensar en el suyo?”
A ver, pongo un ejemplo. Una de las cuestiones que más me plantean padres y madres es cómo hacer frente a la temida frase que, tarde o temprano, en una o más ocasiones escuchan de sus hijos e hijas: “¡Te odio!”.
Pepi estaba en un momento duro a nivel laboral, la frenética actividad de esos días la mantenían ocupada prácticamente todo el tiempo y al llegar a casa apenas podía dedicar tiempo a Marta.
Esa tarde, el estrés y ese sentimiento `de no estar´ la llevó a invitar a Marta a que merendara junto a ella en su mesa de trabajo. En realidad, Pepi no estaba muy atenta a lo que Marta le iba contando y en poco tiempo ésta se enfadó y decidió irse, con la mala suerte de engancharse al cable del ordenador al levantarse, lo que conllevó la pérdida del trabajo que no iba guardando.
Pepi dio un grito tremendo e inmediatamente comenzó a sermonear a Marta, descontrolada… a esas alturas la pequeña ya había salido corriendo y llorando hacia su habitación. Cuando Pepi se dirigió hacia allí, aún muy enfadada, Marta la miró y lo dijo: “¡Te odio!!!”. Sin pensar, Pepi, ya girándose respondió: “Yo también te odio, por tu culpa perdí un montón de trabajo”.
Sobra decir que, con casi total seguridad, el odio, no es algo que sientan de manera constante y que marque sus vidas, no obstante, en ese instante, posiblemente, ambas sintieron “algo” desagradable que no supieron expresar. Marta, estaba dolida con su madre que llevaba días sin prestarle la atención que ella necesitaba y Pepi, sumergida en el estrés de esos días, no pudo controlar su enfado. Quizás, Marta llegara a sentirse insignificante, no vista y Pepi, en desequilibrio en ese momento, reaccionó con venganza lo que, sin lugar a duda, contribuyó al malestar y sobredimensionó el problema.
En montones de ocasiones, madres, padres y cuidadores ignoramos las señales, no nos damos cuenta de que el mal comportamiento de nuestros hijos e hijas puede estar causado por nosotras. Cuando esto ocurre, solo es cuestión de pararse, tomar conciencia y poner remedio.
La falta de habilidades, conocimiento y conciencia puede llevarnos a una gestión primitiva de la situación.
Vamos a recordar de nuevo a Pepi y a Marta ¿la reacción de Pepi hubiera sido diferente si hubiera tenido en cuenta que Marta se retira porque percibe que ella no le está echando demasiada cuenta?, ¿y si en vez de pensar que Marta quiso fastidiarla y lo hizo a propósito, hubiera podido sentir que realmente fue un accidente?, ¿qué impidió a Pepi darse cuenta del estado emocional de Marta?, ¿cuántas veces nuestros hijos e hijas nos dan señales antes de llegar a un comportamiento desajustado?, ¿cuántas veces se portan mal porque están cansados, tienen hambre o sus rutinas han sido totalmente transformadas?… ¿quién es responsable?.
En más ocasiones de las que nos gustaría, como en el caso de Pepi, esas circunstancias no pueden cambiarse o son sobrevenidas y deben atenderse y si es así ¿por qué nos cuesta tanto sentir compasión (por ambas partes)?, ¿por qué hablamos de “mal comportamiento” en lugar de pensar en términos de responsabilidad y enfocarnos en soluciones?, ¿por qué nos empeñamos en que nuestras hijas, nuestros hijos, aprendan a controlar su conducta y nosotras, nosotros, seguimos sin dar importancia a la nuestra, sin aprender a controlarla?, ¿el resultado en el caso de Pepi y Marta hubiera sido diferente si Pepi en lugar de seguirla a la habitación se hubiera tomado un `tiempo fuera positivo´ para tranquilizarse y pensar, sentir, la mejor manera de actuar?
Amabilidad – Firmeza – Respeto – Conexión = PERTENENCIA
A menudo, como diría Rudolph Dreikurs, las personas tenemos “metas equivocadas” que pueden desviarnos de nuestro camino, de nuestros objetivos porque quizás a corto plazo nos satisfagan, aunque nos alejen a largo.
No, no es que estemos haciéndolo mal (dejemos la culpa, por favor) y tampoco es que nuestros hijos e hijas quieran fastidiarnos; No descubro nada nuevo al decir que detrás de cada comportamiento hay un objetivo ¿verdad?, una meta, pues la principal (me atrevería a decir que para todas las personas) es la de PERTENECER, formar parte de tu familia, tu grupo de iguales, tu micro-mundo y también al macro… ¿os habéis parado a pensar cuántas cosas hacemos en un solo día para “formar parte de”?; cada cual percibe, interpreta y elabora sus propias creencias y desde ahí, actúa.
Nos pasa a las personas adultas y, por supuesto, a nuestras crías, pequeñas, medianas o en plena adolescencia. A más pequeños mejor percepción y peor interpretación… y no, no es que quieran fastidiarnos es que su desarrollo aún no les permite según qué cosas (ese sería otro tema) y de ahí su “mal comportamiento”. Por ejemplo, cuando Marta enfadada se va a su habitación y le grita a su madre `te odio´ lo que ha interpretado es que no tiene tiempo para ella, quizás que no la quiere, lleva días sin prestarle atención… siente que ha dejado de pertenecer, de ser importante para ella. En realidad, lo que Marta está diciendo es que la necesita, aunque su forma de hacerlo no sea la más correcta. La creencia equivocada de Marta es “pertenezco, soy importante, solo cuando está para mí”.
Reconocer las “metas equivocadas” puede ayudarnos. Para ello, es interesante que puedas identificar tus propias emociones, las respuestas del niño, la niña o el adolescente, las creencias que ambos tenéis sobre el comportamiento, lo que intenta conseguir y, posteriormente pensar y considerar las posibilidades de mejoras.
La “Metas Equivocadas” propuestas por Rudolf Dreikurs, son cuatro:
Atención

Poder

Venganza

Insuficiencia asumida (invisibilidad)

Quizás, si las tienes en cuenta, muchas de las dificultades cotidianas puedan convertirse en fantásticas oportunidades de crecimiento y desde ahí, el buen trato será una realidad, relativamente fácil de alcanzar ¿te atreves a mirar-te?
«Cuando permitimos a los niños participar en las decisiones familiares, tienden a apoyar y sentirse más felices con la vida en familia. Cuando además les permitimos ayudar a establecer normas, las siguen con más respeto que cuando se las imponemos. Todo eso hace que el hogar sea más feliz para todos».
Rudolf Dreikurs
BIBLIOGRAFÍA
- NELSEN, J (2001). Disciplina Positiva (2ª Ed 2006). México: Ruz
- NELSEN, J y LOTT, L (2004). Disciplina Positiva PARA ADOLESCENTES. México: Ruz
- OAKLANDER, V. (2006). El tesoro escondido. La vida interior de niños y adolescentes. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
* Artículo respetuoso con la diversidad. Intento utilizar lenguaje inclusivo y no sexista siempre que me es posible. He decidido minimizar los desdoblamientos y el uso de x, @, / para facilitar su lectura.