NUESTRA RESPIRACIÓN, NUESTRA ALIADA

Pasamos tanto tiempo en nuestra cabeza que, en ocasiones, se nos olvida que tenemos un cuerpo.

Nuestro cuerpo siente, respira, alerta, se estremece o se pone rígido, grita o duerme… escucharle y darle voz podría facilitar muy mucho nuestra calma y ayudarnos a recuperar el equilibrio en momentos de desajuste.

Parece obvio y la realidad es que, ante cualquier problema o dificultad emocional, escuchar-nos no es fácil.

Suelo decir que es necesario aprender un nuevo idioma, un lenguaje que, de obvio, puede asustar y que, si no estás preparada, podría acabar generando acciones de lucha o huida (según el caso)… se necesita practicar mucho hasta llegar al entendimiento porque no hay práctica más difícil que nuestra propia escucha; cuando ocurre, no evitamos el dolor y sí podemos hacerlo nuestro, acompañarlo y transitarlo; de lo que sí estoy segura es que disminuye el sufrimiento.

Conectar con nuestro cuerpo nos ayuda a conocernos, nos aporta información valiosa sobre nuestro estado emocional y físico y, desde ahí, contar con algunos ejercicios que nos ayuden a mejorar la concentración, la escucha y nos muestren cómo dirigir la respiración hacia diferentes partes del cuerpo podría convertirse en un buen anclaje:

Cuando tu mente vague (y lo hará), puedes usar la respiración para volver a tu cuerpo y al momento presente”.

Anna Black. El Pequeño Libro del Mindfulness

Claro que, dicho así, parecería que solo se necesita un “tiempo”, un “espacio” y algún que otro frasquito de “motivación y auto-aliento” y podría ser, no obstante, como bien describe Pablo d´Ors en su “Biografía del silencio” el compromiso es importante y se necesitan muchas horas para llegar a entregarte.

¿Por dónde empiezo?. Un ejercicio sencillo que puedes practicar en cualquier momento y lugar:

Elige una parte de tu cuerpo donde sientas con fuerza la respiración. Puede ser el pecho, los orificios de la nariz, la barriga… Las primeras veces resulta complicado y ayudarte de tus manos puede facilitarte muy mucho estos primeros encuentros contigo misma. Coloca una de tus manos en el estómago o en el pecho y siente cómo respiras.

Si estás atenta, atento, de inmediato te darás cuenta que no es igual pensar en la respiración que sentirla y podrás experienciar como tu pecho o tu estómago se expanden al inspirar y se contraen al espirar.

Ahora intenta seguir el ritmo de cada inspiración y cada espiración, pretendiendo que la espiración sea siempre un pelín más larga. Puedes practicar este ejercicio por unos pocos minutos e ir ampliando el tiempo a medida que te vayas sintiendo más cómod@. No te preocupes si tus pensamientos se van hacia otro lado, que posiblemente lo harán, tan solo llévalos de nuevo, amorosamente, hacia la respiración y continúa.

Con la práctica comenzarás a darte cuenta de los infinitos beneficios que la respiración consciente puede aportarte.

Recuerda, no es la cantidad de tiempo que dedicas

sino la calidad de la atención que eres capaz de sostener.

¿Cultivamos nuestro bienestar?💜    

BIBLIOGRAFÍA

  • D´ORS, P. (2020). Biografía del silencio. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
  • BLACK, A (2022). El pequeño libro del Mindfulness. Madrid: Librero.

Descubre más desde Eva Carballar

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario