LA IMPORTANCIA DE NUESTRA MIRADA PROFESIONAL

Cambiar aquellas cosas que no nos hacen sentir bien pasa por atrevernos a hacer de manera diferente, a mirar desde ángulos que, de inicio, no nos hemos atrevido a explorar, a sentipensar considerando otras hipótesis, a creer que hay un lenguaje más allá de las palabras.

Hay chavales, chavalas que desde bien pequeños cargan con grandes etiquetas que, con el paso del tiempo, cansados de intentar despegarlas pueden llegar a asumir y por supuesto, fieles a ella, incluso a fijarla aún más. Quitarlas solos les resulta imposible.

Muchas veces hablo sobre la parentalidad competente, sobre la necesidad de ser sensibles a las necesidades de nuestros hijos e hijas para poder acompañarles, percibir sus necesidades e intentar cubrirlas de manera sana y consistente. Hoy quiero darle una vuelta más porque ¿qué pasa cuando se trata de otros contextos fuera de la familia?, ¿podríamos hablar de sensibilidad profesional, de inteligencia profesional?

Para mí la respuesta es clara, sí. No solo podemos, sino que debemos hacerlo dado que el desarrollo de los más pequeñ@s también está influenciado por sus otros contextos de referencia (grupos de iguales, escuela, etc.) que les ayudarán a validar o descartar, les impulsarán o les podrán calzadillas, facilitarán o enlentecerán el camino…

Así, ante una determinada conducta, la persona adulta hará una determinada atribución (interna, externa o como dice Carlos Pitillas: benevolente o malevolente) y dependiendo de ésta podrá responder de manera más o menos adecuada, más o menos protectora, más o menos eficaz.

Nos encontramos con padres, madres, cuidadores, profes, educadores, terapeutas, profesionales sanitarios, etc. etc. que, acostumbrados a engarzar letras, podrían hacer todo un manual de cómo deberían ser las cosas pero que, en el día a día, son incapaces de llevarlo a la práctica; bien porque jamás lo percibieron en sí mismo, bien porque han experimentado en demasiadas ocasiones el PREOCUPARSE y bastante menos el OCUPARSE (que implica atreverse a salir del “debería”), bien porque el miedo al fracaso, a perder el rol profesional, tiene bastante más fuerza o bien porque sienten que al dejar salir sus propias experiencias, sus emociones, sus vivencias… serán personas y profesionales más “débiles”, nada más lejos de la realidad.

Así, vamos aprendiendo a relacionarnos sin que se nos mueva una pestaña, desde una rigidez aprendida que lejos de ayudar, encasilla y no permite el crecimiento.

Ser madres o padres, personas cuidadoras, profesores, médicos, psicólogos, terapeutas, educadores… conlleva una responsabilidad que, tal y como yo lo veo, a veces se nos va de las manos. Necesitamos tan solo, como diría Winnicott, ser “suficientemente buen@s” (lo que no significa que no podamos equivocarnos ¿cómo aprenderían l@s chic@s si fuéramos perfectas?).

Nuestras inseguridades forman parte de nosotras, igual que nuestros miedos, nuestras emociones, nuestras luces, nuestras pequeñas o grandes heridas… ignorarlas solo consigue rigidez y distanciamiento.

Si somos capaces de detenernos en las formas más sutiles de acompañamiento, de estar con el otro, si conseguimos creer en el, si somos capaces de escuchar los silencios, los gestos, las voces del miedo… quizás entonces haya más puertas abiertas, más caminos por descubrir y las etiquetas consigan despegarse antes.

Quizás si, en vez de dar una respuesta automática, somos capaces de sentir, de acompañar, dejando a un lado los juicios y dando tiempo y espacio…; quizás si en vez de entrar en creencias y frases hechas somos capaces de escuchar/leer lo que hay debajo de ellas…

Si nos permitimos sentir y sentirles, estamos abriendo nuevas posibilidades a la integración de cuerpo, mente (razón) y alma (emoción) y seremos capaces de incorporar a nuestro día a día “el sentir, el hacer, el pensar y el expresar” y con ello aumentamos las posibilidades de bienestar en ambas partes.

Ser conscientes que la mirada que ponemos sobre otras personas condiciona su conducta y darnos cuenta que cómo nos miran a nosotr@s acaba condicionando nuestro propio desempeño es el primer paso.

BIBLIOGRAFIA

  • CORNEJO, L y BAUMAN, E (2017). Conversando con Erik. Una mirada gestáltica y relacional en la terapia y educación con niños y adolescentes. Bilbao: Desclêe De Brouwer
  • CYRULNIK. B. (2003). El murmullo de los fantasmas. Barcelona: Gedisa
  • Artículo respetuoso con la diversidad. Intento utilizar lenguaje inclusivo y no sexista siempre que me es posible. He decidido minimizar los desdoblamientos y el uso de x, @, / para facilitar su lectura.

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