VERANO Y ¿VACACIONES?

Ya está aquí, ya llegó el esperado VERANO y con el las vacaciones escolares y, con suerte, las familiares.

El verano no es igual para todas las familias.

Para unas, viene con un montón de buenas razones para disfrutar, un mogollón de planes y expectativas. Si además tenemos hijos e hijas, llegan también las ganas de encontrar momentos que otras estaciones no nos permiten y con ellos, en bastantes ocasiones la frustración, las dificultades para conciliar o los grandes puzles para cuadrar un pequeño periodo juntos.

Para otras, es sin duda, una estación difícil, en la que lo único que cambia es la rutina de los hijos; con suerte pueden cuadrar un fin de semana en algún parque acuático de la ciudad, lograr una plaza en una escuela de verano pública o, si pueden, enviar a sus hijos con otros familiares.

La realidad es que la estación del año más esperada suele ser, para muchas familias, la más complicada.

El mundo está creado para facilitar las cosas a las personas

que lo tienen más fácil, ¿paradójico?, sí y así es.

En esta época las redes están llenas de medidas “maravillosas” de conciliación. Si escribes en el buscador “vacaciones escolares y conciliación” aparecen millones de posibilidades, “aproximadamente 1.830.000 resultados” me ofreció mi última búsqueda. Y se repite año tras año.

Hacer el Tetris pasa por contar con las piezas y poder, al menos, plantearlo y ahí está la dificultad: la economía, el empleo o contar con una red de apoyo segura, son algunos de los requisitos; y eso sin hablar de la diversidad familiar.

Campamentos urbanos, contar con abuelos y familiares, buscar un campamento semanal o quincenal, contratar a alguien que cubra nuestros horarios de trabajo, solicitar (si podemos) periodos sin sueldo o, cuando somos dos, alternarnos para cubrir el largo periodo, no dejan de ser medidas solo para unas pocas familias.

En resumen, las vacaciones escolares suponen un coste brutal tanto económico como profesional que no siempre puede ser asumido. Si se trata de una familia monoparental o numerosa las dificultades aumentan, si miramos a familias que crecen en contextos más vulnerables, directamente las posibilidades son casi inexistentes. Claro que, si vives en un pequeño pueblo, todo esto puede simplificarse bastante y el verano puede ser, ciertamente, la estación más esperada.

¿Y todo este rollo? ¿adónde quieres llegar, Eva?

Por un lado, quiero dejar claro que NO SIEMPRE ES POSIBLE CONCILIAR, en millones de familias ese término ni siquiera existe. Por otro, quiero llegar al punto que más me encrespa: la conciliación (cuando existe la posibilidad), el gran timo.

En un porcentaje infinitamente enorme CONCILIAR sigue siendo “cosa de madres, de mujeres” a las que no solo nos vendieron la moto – y la compramos – de la independencia económica, la liberación, el reconocimiento o las capacidades que tenemos sino que, a éstas alturas, se nos sigue mirando como la mejor alternativa (o lo que es peor, la única alternativa) para cuidar, criar o “llevar la casa”… terrible.

Pareciera que volví a los años 70 o a los 80 donde los veranos eran eso, veranos. Las madres estaban en casa dispuestas a lo que fuera que trajeran los días, cuidaban a los más pequeños y, con suerte, tendrían quince días de vacaciones, en lo que lo único que cambiaba es que ahora, estaba toda la familia “sin trabajar”… bueno, eso nos decían.

Aprendimos que se hacía “por amor”, menos mal que vamos aprendiendo que AMAR es otra cosa y quiero pensar que vamos generando cambios, aunque por ahora sigan recayendo en nosotras la mayoría de estas cuestiones familiares y sobre todo domésticas.

¿”Crisis de cuidados”?, y que esperaban… por fin las nuevas generaciones de mujeres van aprendiendo a limitar; sigue faltando la misma pata: que los hombres vayan asumiendo también esas tareas.

El verano tiene mucho de  todo esto y, de poder conciliar, sigue siendo la mujer la que mayoritariamente lo hace. Pasó durante el confinamiento, con el teletrabajo, al que accedieron en mayor porcentaje mujeres, ocurre en cada periodo estival y cada vez que uno de nuestros mayores necesita ser cuidado.

No quiero se negativa y mucho menos pesimista, aun cuando la realidad no brilla demasiado, poco a poco algunos cambios se van vislumbrando.

– Como yo digo – “la logística sigue siendo de la mujer y para que otros cojan no tenemos otra forma: hay que soltar”.

El verano es una época donde la desigualdad aumenta y se hace más visible, si cabe. La necesidad de políticas sociales, educativas y de infancia sólidas que cubran las grietas es incuestionable.

Y aquí estamos las mamás y cada vez más papás (espero) , haciendo encaje de bolillos para cubrir el verano de la manera más rica y sana para nuestros retoños – que sí tendrán algo especial o diferente en estos meses -, intentando cuadrar lo incuadrable, buscando la cuadratura del círculo y disfrutando de las pequeñas cosas.

Y allí y también aquí, no nos olvidemos, están otras niñas y niños, que este año tampoco tendrán algo especial en vacaciones, porque sus madres y sus padres no pueden disponer de unos cuantos días y si los tienen, no les da para grandes planes (de esos que se piensan en esta época).

¿Cómo concilia Tere que trabaja por horas en domicilios privados, sin contrato y a expensas de las vacaciones de la familia para la que trabaja?.

Las vacaciones escolares están genial pero, por favor ¿alguien (políticos y políticas) puede encargarse de mirar un pelín más allá?… Nosotras, las familias, mientras tanto seguiremos haciendo lo que podamos con lo que tenemos.

¡No tardéis, aprieta demasiado!.

* Artículo respetuoso con la diversidad. Intento utilizar lenguaje inclusivo y no sexista siempre que me es posible. He decidido minimizar los desdoblamientos y el uso de x, @, / para facilitar su lectura.

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