




Entre 1998 y 1999 participé de un proyecto precioso junto a mi amiga y hermana del alma, María J. Ruiz “Cuentos y Juegos del Mundo, los pueblos construyen la Paz”. Era un proyecto impulsado por el MPDL, entidad con la que colaborábamos por aquellos tiempos.
Se trataba de recopilar cuentos y juegos de tradición oral de todo el mundo, recoger expresiones culturales diversas que se iban transmitiendo generación tras generación.
No podía imaginar en aquellos tiempos lo que me depararía la vida… conocí a Glory, Atilio, Fernando, Latifa, Congcong, Alberto, Alika, Latifa… migrantes de muchos lugares que no solo nos regalaban cuentos sino las más duras y bellas historias de superación, de valor y, sobre todo, de ilusión.
Enredando y desenredando historias, conocí al que hoy es mi marido, Mohamed, que continúa contándome fábulas, leyendas y mitos. Juntos criamos a dos niños, ahora adolescentes, que crecieron escuchando Corán con su padre y meditando con su madre. Hemos tenido que remover tierra, cruzar mares, alcanzar lunas y bucear entre las más recónditas tormentas y siempre, siempre, hemos creído que era posible.
Destapar emociones ha sido y es una de las claves. Poner nombre a lo que sentimos, permitir la rabia y la tristeza, disfrutar la risa, mirar de frente al miedo o abrazar suave al amor (sin apretar demasiado, para dejar aire y no asfixiar), transformar la envidia en admiración, recolocar una y otra vez cada hilo que se enredaba entre nosotros y mirar adelante, firmes y convencidos, contra todo pronóstico.
Por esto y por mucho más (que no cabría en estas líneas, ni en millones de ellas) agradezco cada día mis días y reivindico la diversidad, el respeto, la libertad y, aunque suene algo cursi, el AMOR.
Miles de migrantes, hombres y mujeres, niños, niñas y adolescentes emprenden cada día un viaje lleno de sueños, cada cual cargando su historia a la espalda (los más afortunados) y muchos dentro de su cuerpo (en forma de balas, hambre o miedo). Todos y todas tienen algo en común: la valentía y un torbellino de emociones que pasan casi a la velocidad de la luz en una sola hora de sus días.
A todos ellos, a todas ellas, dedico hoy este cuento que pasa de boca en boca, en multitud de idiomas y al que cada cual va aportándole su propia mirada.
LOS VICIOS Y LAS VIRTUDES
Durante mucho tiempo los Vicios y las Virtudes deambularon por el mundo sin conocerse.
Los Vicios vivían en un lugar escondido en las profundidades de la Tierra y, a pesar de que habían escuchado hablar mucho de las Virtudes, nunca las habían conocido en persona.
Las Virtudes habitaban en un lugar celestial y tenían de vecinos a los Dioses, con los que contemplaban la Tierra desde las alturas. Sabían de la mala reputación de los Vicios aunque nunca se habían encontrado.
Una mañana, los Vicios andaban revoltosos y alguien propuso subir a la Tierra a dar un paseo por un parque cercano. Ese mismo día, las Virtudes, cansadas de tanta vida ociosa habían preparado una excursión al mismo parque.
Los Vicios y las Virtudes paseaban por aquellos parajes terrenales cuando, de repente, se encontraron. Se acercaron unos a otras y otras a unos y se examinaron con curiosidad. Era tanta la fama que les precedía que no podían creer que, después de tanto tiempo, se estuvieran conociendo.
Cuando lograron tomar aliento y reaccionar, se abrazaron las unas a los otros y los otros a las unas, se besaron, saltaron de alegría… no sabían qué hacer para celebrar tan maravilloso encuentro. Y entonces alguien propuso:
– Juguemos al escondite.
Todas y todos estuvieron de acuerdo y, todos y todas, estaban deseando comenzar el juego cuando, de repente, se oyó la voz de LOCURA que gritaba:
– ¡vale, vale, vale, juguemos al escondite!, ¡yo la quedo, yo la quedo!.
Como LOCURA estaba como una cabra, todos y todas estuvieron de acuerdo en que, si era su capricho, la quedara.
Y LOCURA comenzó a contar. Contaba de dos en dos, de cuatro en cuatro, hacia delante, hacia detrás:
– 1, 10,20,13, 8, 5, 57, 87, 43, 34,…
Todos los Vicios y todas las Virtudes buscaban un lugar en el parque donde no ser vistos y uno tras otro, otra tras una, iban encontrándolo. LOCURA seguía contando:
– 72, 2, 12, 3, 15, 90, 6,…
El tiempo avanzaba y ENVIDIA aun no había encontrado un lugar. Decía constantemente:
– Ya me quedé otra vez sin sitio para esconderme porque esta virtud acaba de adelantárseme. Todos los mejores lugares ya están cogidos, al final me quedaré con el peor… Oh, no!!! Otro vicio que encontró un sitio maravilloso ¿por qué no lo habré visto yo antes?
AMOR tampoco conseguía un lugar. Daba vueltas buscando, tranquilo:
– ¡Oh, que bello día hace hoy!. Qué día tan maravilloso para pasear con un lindo amante… ainsss todo es tan fantástico…
Y, entre tanto, LOCURA seguía contando sin que AMOR se decidiera por algún escondite.
Entonces, casi girándose, LOCURA gritó fuerte desde el árbol:
– ¡¡¡Noventa y ocho!!!
Y ENVIDIA, mirando rápidamente a todos los lugares, se agarró a una rama del primer árbol que encontró.
– ¡¡¡Noventa y nueve!!! – gritó más fuerte LOCURA.
Y AMOR tan solo tuvo tiempo para saltar de cabeza dentro de los arbustos, bajo el árbol donde se acababa de esconder ENVIDIA.
– ¡¡Y CIEN!! – gritó LOCURA – ¡¡Quien no se haya escondido tiempo ha tenido!!
Se giró totalmente y allí, frente a ella, encontró a ESPERANZA … ¡esperando que no la vieran!
– Un, dos, tres por ESPERANZA
Comenzó a caminar por aquel parque y cuál sería su sorpresa al descubrir a PEREZA, durmiendo a pierna suelta tras un banco.
– Un, dos, tres por PEREZA
No tardó mucho en descubrir, justo en una pastelería junto al parque a GULA, hinchándose a pasteles.
– Un, dos, tres por GULA
Prosiguió su camino y le pareció alucinar cuando vio, a lo lejos, que las montañas se movían. Por supuesto, era FE…que ya se sabe que la FE mueve montañas.
Muchos VICIOS y VIRTUDES ya habían sido descubiertos cuando a LOCURA le pareció escuchar un grito detrás de unos matorrales. Se asomo y…
– Un, dos, tres por LUJURIA
– Y…y… y por CASTIDAD, que está debajo de ella
Así, uno a otro, otra a una, fue LOCURA encontrando a cada Vicio, a cada Virtud; AMOR y ENVIDIA seguían sin aparecer.
LOCURA no dejaba de preguntarse dónde podrían estar y, en ese preciso instante, escuchó que alguien estornudaba en el árbol más cercano.
– ¡Ahhhh, ahí estás ENVIDIA! – gritó satisfecha – un, dos, tres por ENVIDIA.
Bajó ENVIDIA, roja de ira por haber sido descubierta y no pudo contenerse, le sopló a LOCURA al oído:
– AMOR está justo en este arbusto, yo lo he visto esconderse.
Entonces, LOCURA abrió las ramas y no vio nada y es que, ya es sabido, a veces el AMOR no se ve a simple vista.
ENVIDIA insistió, estaba convencida que AMOR estaba allí escondido y buscó un enorme tridente que entregó a LOCURA para que atravesara con él el arbusto. Con aquello en sus manos LOCURA perdió el control y comenzó a embestir contra las ramas donde, suponía, estaba AMOR.
– ¡AMOR sal de una vez de tu escondite, sé que estás ahí, ENVIDIA te ha visto!
Mientras gritaba seguía envistiendo y lanzando el tridente hacia el arbusto hasta que se escuchó un doloroso lamento. Era AMOR, que salía del arbusto con las manos sobre los ojos mientras lloraba.
– ¡Ay LOCURA!, ¿Qué has hecho?… mis ojos… me has dejado sin ojos… ¿qué haré ahora?
Todos lo Vicios y todas las Virtudes, incluso la ENVIDIA, estaban tristes, muy tristes, por la desgracia que acababa de ocurrir ese día que, suponían, sería maravilloso… LOCURA estaba avergonzada…
Pensó y pensó y se le ocurrió algo. Se acercó a AMOR y dijo:
– AMOR ahora estás ciego y no puedo devolverte la vista, si me lo permites desde hoy y para siempre, seré tu lazarillo.
Y así fue. AMOR se quedó ciego y LOCURA se convirtió en su fiel lazarillo. Desde entonces suele escucharse en la Tierra que EL AMOR ES CIEGO Y SIEMPRE VA ACOMPAÑADO DE LOCURA.
Contado por María, mi María.
Mil y una veces, mil y una noches.
- Ruiz, M.J. y Carballar, E (1999). Cuentos y Juegos del Mundo, los pueblos construyen la Paz. MPDL. Sevilla: Coria Gráfica.
* Artículo respetuoso con la diversidad. Intento utilizar lenguaje inclusivo y no sexista siempre que me es posible. He decidido minimizar los desdoblamientos y el uso de x, @, / para facilitar su lectura.