
Cuando somos capaces de reflexionar sin tapujos el mundo comienza a tener sentido, me explico.
Vivimos en un mundo fugaz donde nos vamos acostumbrado a las carreras de cien metros lisos, mientras vamos perdiendo de vista la importancia de las carreras de fondo.
¿A quién no le suena eso de “qué ganas tengo que crezca”?. En principio podría tratarse de una frase inocua, de un deseo inocente, pero una vez que se expresa o se piensa, es buen momento de parar y ver el peso de su trasfondo.
Hoy por hoy, de manera generalizada hablamos de apego, de vínculos, de acompañar el crecimiento… términos que no siempre, perdonadme, sabemos bien lo que significan o que, aun sabiéndolo, pasamos desapercibidos porque se impone, entre otras cosas, la rapidez, el ruido o ese comentario imposible de “no quiero que sufra, me gustaría que tuviera todo lo que yo no pude tener”🤔 .
Hace unos días una mamá de una niña de siete años me argumentaba, como si de un manual científico se tratara, por qué su hija tenía móvil. Su consulta no iba de si eso era “bueno o malo”, no consultaba las consecuencias que pudiera tener para el sano desarrollo de su pequeña, lo que realmente le preocupaba era que en una rabieta porque tocaba ir a dormir ella intentó que lo soltara y claro, la pequeña no quería; finalmente tras un conflicto madre-hija, ésta lo tiró con tanta rabia que el teléfono se rompió.
Cada día me encuentro más niños y niñas para los que el uso de tablets y móvil es habitual; esta mamá me decía con total naturalidad “claro, se lo activé con mi fecha de nacimiento porque si no, no podía subir vídeos a TikTok, ni ver lo que a ella le gusta” 😔.
Y claro, como colofón vuelve la frase “no quiero que sufra, me gustaría que tuviera todo lo que yo no pude tener”. En este contexto, donde, de inicio, ni siquiera se plantean las consecuencias del uso de un dispositivo como éste a esta edad ¿Cuál es realmente el problema?, ¿Qué estamos provocando? O, dicho de otra manera, ¿Qué es lo que no estamos sabiendo manejar, controlar?, ¿Por qué seguimos viendo imágenes como la descrita y no somos capaces de detener esta rueda?, ¿Qué vínculos se establecen en casos como este?, ¿Qué tipología de apego?, ¿Dónde queda la SEGURIDAD?… por desgracia, para muchas familias con las que día a día trabajo, crecer es, en ocasiones, solo una cuestión de altura, el sufrimiento se iguala exclusivamente al llanto y en “todo lo que yo no tuve” contemplan tan solo cosas tangibles, materiales… desde aquí, áreas como la cognitiva o la emocional son relegadas a un segundo plano o, en más casos de los que me gustaría, ni siquiera se contemplan. Todas (las personas) tenemos responsabilidad en esto.
¿Quién no ha visto algún bebé paseando en su carro con el teléfono de su papá entre las manos? ¿Qué y cómo está aprendiendo?… el bebé, la bebe, no puede aún contarnos nada sobre esas imágenes. Quizás comenzara a llorar y el teléfono fue el recurso rápido y fácil que a su padre se le ocurrió para que volviera a la calma ¿realmente se calmó? Posiblemente sí, pero no de la manera idónea. No sabemos cuál era su necesidad, ¿su padre se lo planteó?, lo único que sabemos es que el llanto incomodó al padre y puede que incluso algo enfadado diera el teléfono a su bebe. El llanto cesó. En ese momento, ese bebe se distrajo, omitió su necesidad, quizás tuviera hambre, frío, calor o simplemente necesidad de contacto y, de pronto, unas imágenes que no entiende le absorben, deja de observar el mundo, su necesidad se diluye; no escuchó la voz de su papá, sus miradas no se cruzaron, no hubo palabras de aliento; el bebe no pudo discernir las señales afectivas… quizás la respuesta de su padre (un teléfono con imágenes coloridas y rápidas en las que el bebé se sumergió de inmediato) no tenía demasiado sentido para él pero lograron mantenerlo “entretenido”. El papá se ha tranquilizado (ya no hay llanto) y el bebé está “aprendiendo” de las imágenes que observa en la pantalla (aún no puede distinguir lo real de lo que no lo es) aunque no tiene aún la capacidad de ponerle palabras, no va a recordar esa escena, sin embargo, si hay algo que se grabará en su inconsciente: “mi padre no está disponible afectivamente cuando lloro”
Si esta escena se repite en otros contextos, con otros formatos, posiblemente el bebé a medida que crece vaya buscando sus propias soluciones, se aprenderá a calmar a su manera y su desarrollo cognitivo se verá favorecido frente a su desarrollo afectivo y, con bastante probabilidad, su modelo de apego se habrá instaurado (apego evitativo).
Volvamos a la escena primaria y esta vez el bebe comienza a llorar en el paseo y su papá enfrascado en una conversación telefónica lo ignora. El llanto sube de nivel, pero su papá continúa la llamada. El bebé escucha a su padre, aunque no lo puede ver y el llanto continúa en aumento hasta volverse desesperado, en ese momento el papá deja la llamada y lo atiende enfadado. Si esta imagen se repite en situaciones diferentes y contextos varios, este bebé, sin duda, aprenderá que la respuesta de su cuidador estará determinada por la intensidad de su demanda y favorecerá su desarrollo afectivo en detrimento del cognitivo (apego ambivalente); muy probablemente, el bebé desarrollará formas para conseguir disminuir o cubrir sus enfados, su vulnerabilidad a través de “conductas encantadoras” con las que seducir a su cuidador y conseguir cubrir su necesidad disminuyendo el riesgo de enfado por parte de su papá o su mamá.
Puede ocurrir que ante el llanto del bebé mientras pasea en su carro, el cuidador inmediatamente se dé cuenta que algo no va bien. En ese momento, parará, se dirigirá hacia él, buscará su mirada mientras le habla expresándole que se da cuenta de que algo no va bien, puede cogerlo, acunarlo, revisar su pañal o sencillamente entender que durante el paseo su bebé dejó de verle y tan solo necesitaba hacer patente que él seguía ahí. Cuando la respuesta que ofrecemos busca cubrir su necesidad de manera idónea (afecto y cognición) el bebe irá aprendiendo que estamos disponibles (apego seguro).
Podríamos encontrarnos en este mismo ejemplo otra forma de resolver marcada por la amenaza o la agresividad de su papá; muy probablemente, si esta escena es habitual el bebé se encuentre en una situación de “miedo sin solución” (quien me maltrata es también de quien dependo); el bebe tendrá dificultades para integrar tanto lo afectivo como lo cognitivo e irá desarrollando conductas defensivas y/o coercitivas como respuesta (apego desorganizado).
… algo se nos está escapando de las manos…
- Artículo de reflexión, basado en experiencias reales.
- Artículo respetuoso con la diversidad. Intento utilizar lenguaje inclusivo y no sexista siempre que me es posible. He decidido minimizar los desdoblamientos y el uso de x, @, / para facilitar su lectura.
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