
Te pido disculpas porque, en ocasiones, me costó sostener y sostenerme; hice lo que pude, como pude y con los recursos que en cada momento fui capaz de ver, consciente que tenía otros e incapaz de abrazarlos a ratos… AGRADEZCO el calorcito, el abrazo, la comprensión y la mirada amorosa de quienes me acompañaron sin dejar ni un solo segundo de creer en mí, más de lo que yo misma podía.
Doy gracias por haber sido capaz de derrumbar las murallas del sufrimiento para que saliese el dolor, antes de que fuera demasiado tarde y así, tener la oportunidad de cogerme fuerte de la mano del amor para no perderme .
Hoy puedo decir adiós con la sensación de haber atravesado nuevos senderos, reconociendo lo mucho que he aprendido y lo infinito que aún me queda por aprender; puedo decir adiós a la vergüenza y la culpa como antesala del dolor y la tristeza; puedo abrazar y permitir el abrazo compasivo sin sentirme en deuda; puedo mirar-me y permitir-me “estar y ser” con lo que sea que aparezca en mí… Crecí mucho hasta, por fin, lograr hacerme pequeña.
2022 ha sido para mí otro año más, lleno de VIDA. He logrado continuar el camino, con sus curvas, con sus baches, con sus rellanos para descansar y sus grandes veredas disfrutonas. He podido llorar con las manos, con mi voz y en silencio, desde el estómago y también desde el alma; conseguí que la sonrisa volviera a mí cargada de ilusión y de esperanza… he logrado despedirme y llegar al agradecido recuerdo cuando dejé de buscar respuestas imposibles; pude acompañarme y acompañar a mi familia desde donde estoy y tal como soy; acompañé también a muchas otras familias, con compromiso, humildad, profesionalidad y mucho, mucho amor.
Llego aquí y ahora, a las últimas horas de este duro año, deseando que el próximo me permita darme cuenta de todo esto sin tanto esfuerzo.
Y sí, si me gustaría pedir un deseo: que todas las personas que atraviesan momentos duros sean capaz de caminar sin dejar de verse, que sean capaz de sentir lo que le traigan los días, sin perderse en ellas, que sea capaces de sentir todo el amor que hay para ellas y que, sin lugar a dudas, comienza en una misma.
Y como el pasado año, con paciencia y esperanza, me reitero: ojalá el 2023 traiga a casa esa llamada de teléfono que esperamos hace ya más de cuatro años y medio: “hay una posibilidad de trasplante”… mientras tanto seguiré, seguiremos, dando GRACIAS por cada día que amanece y nos sentimos viv@s.
Lindo 2023, personas bellas!!!
Calma y esencia, luz y abundancia.
VIDA